Curaduría

Una aproximación a la obra de Antonella Fernandez

En esta serie presentada por Fernández es característica la clara tendencia a la abstracción de formas orgánicas apoyada en recursos expresivos como el color, la luz o el ritmo, así como por la materialidad del medio y el soporte. La variación de pequeños, medios y grandes formatos realizados con tintas aplicadas a la tela y el papel, y nunca con óleo, acrílico o barniz, confieren a estos trabajos una expresividad aparentemente azarosa, aunque desmentida en su manera meditada y controlada de ejecución.

Temas y pensamientos recurrentes impregnan las imágenes de Fernández, capturando visiones de escalas del mundo no visible, uno de observación microscópica desde el cual vislumbrar formas celulares, moleculares, alojadas probablemente en interiores de organismos. Una obra que habilita especulaciones sobre dominios científicos como la biología, aunque solamente intuidos en su carácter eminentemente descriptivo y jamás científico introducen al espectador a sospechar fenómenos de la biología molecular.

Las obras revelan sobre todo fragmentos de un mundo biomórfico, sugieren poéticas sobre sus objetos de estudio, metaforizando relaciones de interacción, separación o fagocitación de átomos, moléculas o células. La artista ha seguido este impulso pictórico en estos últimos años, realizando sus ejercicios cromáticos sobre papel y tela.

Éste último soporte permite al trabajo conservarse por más tiempo y que se pueda ver en lugares diferentes. La técnica más flexible y mucho menos controlada de pintar con tintas de base acuosa podría reflejar varias situaciones, como el gusto por la experimentación controlada, cierta sensación de incertidumbre o de latencia aunque bajo una rigurosa disciplina.

La artista insiste en reivindicar en esta obra tres dimensiones principales que tienen que ver con su horizonte conceptual: la poética, la personal y la política, dadas por el acento anónimo y universal con que esta formas de la abstracción lírica consiguen conducirnos a estos espacios de interpretación. Pero fundamentalmente pretenderían ser la representación morfológica de un vida interior, al enseñar la estructura pseudo-celular de seres animados desde pensamientos o ideas volcados a través de la forma y el color.

Las piezas a menudo juegan con la estructura del lienzo, con el espacio positivo donde discurren centrales las composiciones orgánicas. Desde una pintura de trazos fluidos, las piezas reflejan el gesto de la artista desde extensos campos de color. Este es un trabajo sobre la pintura en sí, donde los colores van logradamente guiados, logrando un espectro ora sereno ora dramático, vibrante y a la vez, misterioso.

¿Citología o biomorfismo inventado?

En esta muestra se propone un título en lugar de un tema. Palabras que, cercanas o combinadas, evocan la biología, la fisiología o la genética, aunque más intencionadamente deseo conectarla con la anatomía microscópica, también llamada citología, cuyo fin es estudiar las células. A un nivel simbólico, y sin pretender imponer formas de ver o forzar interpretaciones unidireccionales, son palabras que apuntarían a problemas contemporáneos más amplios, palabras que forman el marco contextual para un acercamiento a la estructura básica vital.

En tan solo unos meses, el marco de referencia de la exposición en sí se ha desplazado, del hacer imbuido de referencias absolutas y secretas de Fernández a los acontecimientos sanitarios, sociales y culturales que se desarrollan ante nuestros ojos. También llega la hora de que sepamos lo que significarían estas narrativas enigmáticas: la traducción de ciertos estados subjetivos de la autora, que escenifican a su vez metáforas de atracción y repulsión, propios de la física y química de los cuerpos, cual danza de volúmenes oblongos fríos y cálidos que parecieran derretirse, derrumbarse, chocar en una alegre o trágica liberación. Un espectáculo, un teatro íntimo hecho público.

En primer plano, las formas más jóvenes o las más pesadas parecieran estar actuando por instinto, en su inercia por dejar su huella, construyendo marcas para rivalizar con ese gran trozo de fondo blanco y aséptico. La serie monocroma, conformada por formas únicas y absolutas consigue niveles de segundo y tercer tono, mientras otras  estructuradas en paletas complementarias y composiciones más complejas enseñan otros desafíos dinámicos.

Como un paisaje que orilla entre el expresionismo abstracto de formas líricas a un suprematismo absoluto de campos de color, la visión de esta serie predice y conduce a un mayor espesor conceptual, uno en que losfenómenos que ocurren en la naturaleza física exterior están determinados por los fenómenos microscópicos que acontecen en su interior. En estas búsquedas expresivas, la artista se dirige claramente hacia las vanguardias históricas, en un viaje hacia referentes fundamentales como un Kandinsky o un Rothko. 

Durante la fase de realización de la serie, la artista Nélida Mendoza ha señalado que las búsquedas de Antonella Fernández se vinculan también con intereses como la tridimensionalidad y la escultura, al confirmar métodos rítmicos de la forma y la luz en el espacio. Teniendo en cuenta lo precedente, sean quizás estas imágenes unas premonitorias, unas de nuevas aventuras expresivas de la nobel artista en capturar el poder total de su potencia e imaginación.

Fernando Moure

Crítico de arte y cine, curador de exposiciones y programas fílmicos, jardinero-paisajista. Nació en la Patagonia atlántica y fue criado en Paraguay, desde dónde proyectó una existencia nómada entre América Latina y Europa.

A lo largo de su formación artística, básicamente autodidacta, ha enfocado su trabajo como escritor y autor de muestras investigando las relaciones entre el ámbito cultural latinoamericano y el europeo. Sus intereses humanistas, sociales y ecológicos narran temas que consideran los derechos humanos, la condición subalterna y post-colonial así como el medio ambiente.

Su relación con el Paraguay se ha visto incrementada en los últimos años, en relación de trabajo con instituciones locales, especialmente con el Centro Cultural de España y el Goethe Institut-ICPA, para quién ha diseñado varias muestras y actividades.

Artículos y ensayos de su autoría han sido publicados por Brumaria Editorial o la Asociación Internacional de Críticos de Arte, de la cual es miembro desde 2004. Escribe regularmente ensayos, también reseñas críticas para catálogos de artistas y medios de prensa escrita y digital. 

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